Demonios de Formentera. Joana Pol.

Las entradas de este blog son de clásicos reconocidos. Pero este es uno de los libros más hermosos que he leído, y en mi opinión se merece estar aquí. Hay información en Facebook con muchísimas ilustraciones preciosas y el éxito que está alcanzando es muy notable (tiene más de 24.000 seguidores), así que la editorial ya ha lanzado una secuela llena de romance, traición, aventuras y venganza, El Poder de la Sangre que está por 1 $ en Amazon . Además, la novela romántica LA NINFA, con 65 ilustraciones a color y una completa guía del universo creado por la autora está GRATIS en Scribd.

Además, REGALAN LA SAGA BELLVER, COMPLETA y totalmente ilustrada a través de la fanpage de Demonios de Formentera en Facebook: a todos los que se han descargado alguna de las versiones de Demonios de Formentera o El Poder de la Sangre, han puesto "Me gusta"y han dejado un comentario, sólo tienen que escribir un mensaje a la fanpage en Facebook con el link de su comentario y te envían la saga completa, totalmente gratis. Sólo por las ilustraciones ya vale la pena, pero yo me la estoy leyendo y estoy completamente enganchada.

El Demonios de Formentera os lo podéis descargar en Amazon. Os copio aquí mi reseña y más abajo información extraída del blog de la autora:

Detalle de las manos en la ilustración de un romántico abrazo. Alta literatura y más de 50 preciosas acuarelas, ¿qué más se le puede pedir a una gran historia de amor?


 Una magnífica trama de elevada estética literaria. En Demonios de Formentera hay una especie de misticismo antiguo, un leve sabor arcaico que le da alma de clásico, especialmente en los diálogos, que tienen algo de shakespearianos, y sin embargo se lee más fácil de lo que esperaba cuando me bajé la muestra gratuita. Los temas del amor, la amistad, el honor, el valor... están magníficamente tratados, y la originalidad de la trama hace que la lectura sea entretenida y ágil, a pesar de la abundancia de descripciones. Es tierna y violenta al mismo tiempo, una mezcla extraña pero que funciona. 

Nota: las preciosas ilustraciones son de la propia autora.



"Os hablaré, oh rey, del surgimiento de enojos, resentimientos y tribulaciones que infestaron toda nuestra buena fortuna, y nos hundieron a todos en la miseria".

Demonios de Formentera es, ante todo, un canto de amor, una gran historia ambientada en el Mediterráneo, que nos llevará a recorrer Mallorca, Menorca, Ibiza, Formentera y Cabrera en un viaje épico desbordante de romanticismo y fantasía. Demonios de Formentera bebe de fuentes tan diversas como Tolkien, E. R. Eddison, T.H. White, Isidore Ducasse, Lord Dunsany o el auténtico padre de la literatura fantástica: Homero. Con sus románticas ilustraciones, unos personajes deslumbrantes, un vocabulario espléndido y una escritura esmerada, no hallarán en él una lectura apta para lectores noveles o amantes de la lectura fácil y olvidable: Joana Pol nos presenta un libro para saborear y disfrutar no sólo unos pocos momentos, sino para siempre.

En un mundo violento y extravagante, Falcó de Alanzell y Jasíone de Formentera deberán sufrir por su amor imposible. Él, joven e idealista, lucha contra los prejuicios de aquellos que consideran que Jasíone, señora de Formentera, sólo siente por él un encaprichamiento pasajero. Sus aventuras nos llevarán a recorrer una Balearia mágica, repleta de lugares extraordinarios y habitada por unos seres que aman la belleza y el lujo, pero también la sangre y los peligros.

En estos tiempos en que todo está inventado, podemos decir de Demonios de Formentera que en términos literarios podría haber acabado siendo el Monstruo de Frankenstein, pero en cambio es la criatura perfecta que había soñado crear Frankenstein: una historia principal original, ambientada en las Islas Baleares, vestida y presentada con un fastuoso traje que combina los estilos de los mejores modistos de diferentes épocas, hilvanado con elegancia y sutileza, de tal modo que, como promete la contraportada, se combinan a la perfección la grandeza de Homero, el dolor de Duchasse, el onirismo de Lord Dunsany, la extravagancia de Eddison, la violencia de A. Machen, la lírica de Tolkien, el humor de T.H.White y el desparpajo de los cuentos populares...


Podéis descargaros legalmente el libro completo en catalán aquí:
http://xurl.es/dimoni

Y descarga legal del libro en castellano aquí:
http://xurl.es/demonio


Os dejo con unas pocas de las numerosas ilustraciones que vais a encontrar en la saga! (Información e imágenes extraídos del blog de la propia autora).
Guiomar (detalle)

Guiomar y Silencio son las protagonistas femeninas de la trilogía "Bellver".

 La joven Silencio se ha convertido en uno de los personajes favoritos de los lectores. No aparece hasta el segundo volumen, El Poder del Amor, pero ha causado una auténtica revolución. Y es que, entre tanta tragedia, se agradece la vivacidad de esta hada inocentona pero tan vivaracha, las risas que nos echamos gracias a ella no tienen precio entre tanto dramatismo! 

Falcó sigue causando estragos en los corazones de los lectores. No cabe duda de que es un personaje muy complejo, y está entre mis mayores logros. ¿Por qué nos gusta tanto la gente que sufre injustamente?

 
 Bellver es un personaje polémico, sin duda. Durante el experimento literario los lectores al principio declaraban que les resultaba antipático, pero una de las mejores características de la trilogía es la evolución de los personajes, y Bellver acaba siendo no sólo un personaje muy querido, sino realmente AMADO. Lo cual no es fácil de conseguir para un personaje de ficción. 


Por lo que se ve, a Joana Pol le gustan los dibujos de hombres abrazados.
 Ah, vamos a por los dibujos polémicos. Los que conocen mi obra saben que me gusta jugar con la ambigüedad, pero es porque me agrada que el lector llegue a sus propias conclusiones. Aún así, no negaré que me causa estupor ver que, a estas alturas, aún existe tanta homofobia sin tratar. El día en que subí a la fanpage las ilustraciones que siguen, multitud de seguidores masculinos hicieron click en el botón de YA NO ME GUSTA. En unos pocos días la fanpage perdió más de 1.000 seguidores, un 5%. No parece mucho, pero ahí está ese porcentaje. Una de cada 20 personas no soporta que dos guapos chicos se abracen, o se besen. El arte homo-erótico tiene su público, pero por lo visto también sus detractores. Que conste que algunas de las imágenes que tanto escandalizan a alguna gente no ilustran en la novela momentos eróticos, sino de gran dramatismo. Por ejemplo, este abrazo es entre dos hermanos, no entre dos amantes. Aunque admito que éste es mi juego y que soy un poco pícara. :-) 


Hombres jóvenes y guapos abrazándose. Estética romántica y sensual. ¿Ambigüedad o Gay Romance?

Dos bellos hombres jóvenes besándose. Bueno, ¿acaso está prohibido el romance gay?
La imagen es de un beso hermoso, sensual y romántico, lleno de simbolismo. El texto que ilustra da a entender otra cosa, pero la imagen es claramente Gay Romance.

 Admito que la imagen es como es: es un beso, si puedo dar mi propia opinión, un bellísimo beso entre dos hombres hermosos que se quieren mucho. Además, la imagen está repleta de simbolismos, como las dos mariposas atrapadas en la bola de cristal, la araña, las fresas que crecen en esos arbustos espinosos... Pero en el libro, el momento que ilustra este dibujo no tiene nada de erótico. Al contrario, el 90% de los lectores del experimento literario declararon haber llorado, literalmente. Uno no llora porque dos chicos se den un beso. Sigue siendo mi juego. Soy mala y manipuladora!  :-) 


Nuevamente encontramos otra imagen "Gay Romance"
 Oh, oh, oh, capítulo aparte merece esta imagen. Esta ilustración la titulé “El Beso de la Vida”, está inspirada en la famosa fotografía de Rocco Morabito “Kiss of Life”, que podéis ver más abajo.   

Esta dramática fotografía ganó un Premio Pulitzer en 1968. Apareció en los periódicos de todo el mundo el año en que nació Joana Pol, 1967. Precisamente buscando efemérides fue como descubrí la imagen y quedé impresionada. La foto mostraba a un aprendiz de instalador de líneas eléctricas, R.G. Champion, que había entrado en contacto con una línea de 4.160 voltios, siendo resucitado por su compañero J.D. Thompson, mientras colgaba de la parte superior del poste. Champion sobrevivió, superando la terrible experiencia. Morabito hizo su famosa foto cuando regresaba de cubrir una huelga del ferrocarril. Utilizó su radio para indicar al periódico que llamasen a una ambulancia, y después de hacer la foto llamó de nuevo por radio al periódico, que estaba cerca de su hora límite, para decirles: “Es posible que deseen esperar a esto. Creo que tengo una muy buena”.


Usé la imagen para ilustrar uno de los momentos más dramáticos de El Poder de la Memoria, haciendo una sutil división entre la zona superior de la ilustración, que representa la muerte, y la zona inferior, repleta de vida. 

La ilustración que sigue a continuación, en cambio,  consiste en un homenaje al famoso cuadro de Bouguereau Le Ravissement de Psyche”,un tema mucho más amable de un artista que siempre me ha gustado.



Preciosa y romántica ilustración inspirada en un cuadro de Bouguereau, El rapto de Psique.

 
Incluso los retratos masculinos tienen estética gay. Todos sus personajes masculinos o femeninos son muy hermosos y sensuales. ¿A qué juega Joana Pol?
La imagen más arriba corresponde al retrato del Capitán Ricard. Quería una ilustración especial para un personaje que realmente es especial. Bajo estas líneas, tenemos a un auténtico canalla, el perverso y controvertido Tárrec. Copio a continuación la descripción que aparece en la biblia de personajes: 

Tárrec: tan hermoso como depravado. Belleza, sensualidad, rosas azules... ¿Es esta la imagen de un auténtico canalla?

Tárrec tiene 26 años. Procede como Falcó del otro lado del Muro, es de linaje real; es el Capitán General de las fuerzas de Lladern IX, rey de Parellada; se unió a éste para vengar la muerte de su hermano mayor, Oleguer, a manos del demonio Adonis Adiant. Odia profundamente a los demonios, pero sostiene una devastadora lucha interior porque se siente brutalmente fascinado por Jasíone, por la que sufre una atracción enfermiza y confusa, entre el amor y el odio, que lo atormenta. Es un joven atractivo, vigoroso, un gran guerrero, ludópata, juerguista, mujeriego, lascivo, machista, valiente, impetuoso, vicioso, y aunque le gusta bromear (sobretodo para humillar o sacar de sus casillas a sus superiores), casi siempre está de mal humor, sobretodo cuando bebe demasiado. Es un hombre inteligente y hábil, pero brutal, un hombre capaz de grandes logros si no fuera por el  lastre de su rencor y sus prejuicios. Podría ser el personaje más popular de la saga.

"Y en verdad que era un placer contemplar a Tárrec, con su figura atlética, las manos fuertes y morenas, y aquella atractiva sonrisa que relucía con más fuerza en contraste con las mejillas rasuradas y encendidas y sus insolentes ojos azules".
A elegir: ¿preferís a este guapo pero malvado personaje desnudo, o vestido de macarra? Yo lo prefiero desnudo. Me gusta el tono de la piel, y la definición de los músculos de este guapo chico. Un chico guapo pero malo...
 Se da la circunstancia de que lo dibujé desnudo. Uno de los lectores pidió que lo vistiera, porque le turbaba que un tipo tan malo apareciera tan atractivo. La indumentaria que escogí para vestirlo es de auténtico macarra, como podéis ver. Sí, sí, es muy guapo. Pero te encuentras a este personaje de noche en cualquier callejón... y no me digas que no echas a correr con todas tus fuerzas! Pues esa es la idea. Las cobras reales también son hermosas.


Falcó, Duque de Alanzell en Mallorca, es el romántico héroe protagonista.
La ilustración de Falcó es una de mis favoritas. Hice muchas pruebas y existen multitud de bocetos con el que tenía que ser el rostro del joven protagonista de Demonios de Formentera, quería inspirarme en alguien muy especial porque el personaje lo merecía. Finalmente, un día me topé en una cafetería de Palma con el rostro perfecto, y lo retraté. Es irónico que el modelo de mi personaje principal acabara siendo un completo desconocido al que probablemente no volveré a ver jamás.

Aquí podéis acceder a alguno de mis fragmentos favoritos sobre Falcó de Alanzell, en catalán y en castellano. Y ésta es su descripción en la Biblia de Personajes para el proyecto de serie de tv.:
FALCÓ (protagonista)
Tiene 20 años. Inteligente, sensible, de carácter alegre y bromista, valiente e idealista. Es alto y delgado, de cabellos castaños ensortijados, sus ojos son tiernos, bellos y amables como los de un ciervo, tiene una preciosa sonrisa y buena voz. Le gusta cantar y tocar varios instrumentos, aunque su preferido es el laúd de 10 órdenes. El Taumaturgo, después de causar las muertes de sus padres cuando Falcó apenas tenía 3 años, se apiadó del niño y lo adoptó como propio. Gracias a su educación por el Taumaturgo, es culto y diestro con todo tipo de armas y conoce muchos secretos relativos a la Zona Prodigiosa y los Ocultos. Aunque siempre desconfían de él por su relación con el Taumaturgo, la gente le toma simpatía con facilidad, pero su carisma no impedirá que tenga que afrontar y superar grandes dificultades que le causarán un enorme e injusto sufrimiento, más lamentable por ser tan alegre y joven. Él será la clave en la lucha entre Formentera y Parellada, aunque su único deseo es conseguir el amor de Jasíone y estar con ella. Falcó es tan sólo un joven de buen corazón desesperadamente enamorado, pero las aventuras en la Zona Prodigiosa le prepararán para convertirse en un hombre extraordinario, capaz de asumir su elevado y misterioso destino.

A continuación, otra de mis ilustraciones favoritas, que aparece por primera vez en la 8ª edición del libro, es ésta, que ilustra el fragmento que citaré a continuación. Tenía varios bocetos sobre este momento, que siempre me pareció bastante importante para entender la evolución del personaje, y me decidí por fin a realizar la ilustración y a insertarla en el libro porque los propios lectores me animaron a hacerlo. Me encanta jugar con la ambigüedad, porque creo que la vida está llena de matices y no creo en el blanco y negro. A muchos lectores, especialmente masculinos, les ha chocado esa escena, y no les cuadra que un hombre profundamente enamorado de una mujer bellísima pueda protagonizar un beso como éste. Yo creo fundamentalmente en el sexo tierno, pero pienso que el sexo también tiene mucho que ver con la violencia, especialmente cuando es sexo espontáneo, arrebatador, fruto de un momento intensamente vital.
"Hombre besando a otro hombre". El polémico beso entre dos guerreros.


Fragmento:
Cuando así lo hubo derrotado, Falcó se echó encima, y sentado sobre el estómago del demonio lo cogió por las muñecas y lo obligó a mirarlo a la cara mientras le decía:

—¡Acepta tu derrota y cumple tu palabra, Garric Bordiol!

Y, espoleado por la rabia, Garric sacó fuerzas y tensó su espalda y dio tal sacudida que consiguió cambiar la situación, y Falcó fue quien quedó debajo de su cuerpo, y él quien lo sujetaba por las muñecas, y teniéndolo así a su merced Garric Bordiol se inclinó sobre su rostro. Falcó, de alguna manera sorprendido por la proximidad del rostro de Garric y cautivo por la intensidad de su mirada, dejó de resistirse, y entonces Garric Bordiol se acercó más todavía, y lo besó en los labios, y no fue un beso rápido, ni feroz, ni mucho menos casual, sino profundo, sensual y lánguido, y se prolongó mucho más de lo que cabía esperar.


No es la única ocasió en que otro hombre besa a Falcó. De hecho, en mi novela "Bellver" se da la siguiente escena, calificada por muchos de mis lectores como de las más emocionantes del libro:

Junto a la cordillera de Sa Tramuntana, de madrugada, dos hombres jóvenes aguardaban el alba en silencio: uno para matar, el otro para morir. Ambos contemplaban el paisaje ante ellos.

El día antes había empeorado el tiempo, y se juntaron nubes que procedían del oeste y del sur, hasta que todo el cielo era un revoltijo de nubes enormes, plomizas y cargadas de agua, separadas entre sí por líneas blancas de aspecto oleoso. Nada más ser pronunciada la terrible sentencia de muerte, empezó a caer la lluvia a grandes gotas, como si el mismo cielo llorara.

—¡Anteponer la vida de la Reina a la ruina de Balearia es alta traición! —había gritado Raimon Llull—. ¡Ni vuestro título de Rey os salvará de la pena de muerte!

Falcó se estremeció al recordar que el Rey había alzado la mirada: sus ojos parecían terribles, y tan fríos como el hielo. Se arrebujó en su manto y se preguntó una vez más: "¿Por qué yo, entre todos, he sido el elegido para llevar a cabo la ejecución?"

Y el Rey, adivinando su pensamiento, dijo:

—No quiero que ningún otro me ponga las manos encima.

El condenado se quitó el manto, las armas, la armadura, la cota de malla y la camisa. Aun así, su estado de ánimo le impedía sentir el mordisco del frío. Cuando besó su espada, ésta emitió un gemido prolongado.

—¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? —dijo el Duque— Me perdonaste la vida, pero yo te juré que un día te mataría.

—Falcó —dijo el Rey, tendiendo su mano hacia él—. Oh, Falcó... —repitió, rompiéndose su voz como se rompe una cuerda que soporta demasiado peso.

Y entonces Falcó leyó en sus ojos opalinos tan claro como en un libro abierto: y vio su alma valerosa, que tropezaba con el gran abatimiento que como Rey intentaba por todos los medios eludir, y no fue capaz de consentir que su amigo flaqueara, pues conocía y amaba su corazón orgulloso. Y Falcó, con lágrimas en los ojos, le imploró:

—¿No podría ser un combate? Me lo debes.

El Rey rodeó la nuca de Falcó con las manos, y juntó sus frentes y, tan fugazmente que Falcó se preguntó durante el resto de su vida si no lo había imaginado, lo besó en los labios.

—No digas nada, Falcó —el Rey barrió con los pulgares las lágrimas de su amigo, y le regaló su última sonrisa—. No llores.

El Rey, magnífico con los cabellos al viento, echó a correr por la llanura nevada. Falcó, sin perder de vista su figura, mientras le daba tiempo para calmarse al repentino cataclismo que se había adueñado de su corazón, cargó las cosas del Rey sobre el caballo, montó en su yegua negra, y empezó a seguirlo.

Muchas horas de persecución después, bajo un crepúsculo sangriento, el Rey yacía exhausto junto a la orilla de un lago congelado.

Falcó llegó a caballo, desmontó, tomó un hacha que llevaba preparada, y avanzó con la mirada vacía. Pasó sobre el cuerpo del Rey, cuya respiración era muy agitada, y abrió a hachazos un agujero en el hielo.

Sin cambiar de expresión, Falcó agarró al Rey por un brazo, y le colgó del cuello un radiante rubí engastado en una cadena de oro; el corazón del verdugo se aceleró al ver la piedra roja junto a la anfisbena de oro que siempre brillaba sobre el pecho del Rey.

Falcó apretó los labios, arrastró al Rey hasta el agujero, y lo hundió en el agua helada. Así había sido dispuesto: pues la sangre de un rey no podía ser derramada.

El Rey sólo se resistió al final, sacando sus manos y agarrando el firme brazo de Falcó.

Los ojos de Falcó se anegaron mientras seguía manteniendo sumergido al Rey. Las manos de éste perdieron fuerza y se hundieron.

Las últimas burbujas se extinguieron; Falcó lanzó un grito salvaje, y el mundo se detuvo, con todos sus ruidos y tumultos, y cuando Falcó se quedó sin aliento todo a su alrededor era silencio. Las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras mantenía sumergida la cabeza del Rey. Ya no salían burbujas de aire.

El Rey había muerto.

Falcó lo sacó del agua y lo abrazó, sintiendo que moriría allá mismo de puro dolor y congoja. Gemía y lloraba amargamente mientras intentaba apartar los cabellos del rostro amado. El Rey tenía los ojos medio abiertos, y ya no eran de aquel portentoso color índigo opalino, sino de un matiz apagado, y ya no tenía los colores del melocotón, sino la cara pálida, y los labios azulados.

Nunca pensó Falcó que ver aquel rostro hermosísimo, ahora sin vida, pudiera ser tan terrible. Falcó le apretó la mano, como esperando una respuesta de aquellos dedos que tantas veces había soñado. La mano del Rey era como la tierra húmeda. Su frío recorrió el cuerpo de Falcó y le hirió el corazón. Dijo para sí: «Está muerto».

Con esto, el horror cayó sobre el alma de Falcó como una locura.



La siguiente ilustración no es precisamente la mejor del libro, pero es una de las más demandadas por los lectores más jóvenes. Yo creo que no es por la ilustración en sí, sino por el personaje, Adonis Adiant, uno de los demonios más carismáticos y con más personalidad del libro. Un personaje que a menudo es insufrible, indudablemente presumido, insoportablemente engreído, ¡pero a los lectores les cae bien! En la Biblia de Personajes se le describe del siguiente modo:


ADONIS ADIANT (personaje principal)
Es el Señor de Alaior, aparenta unos 25 años, pelo largo rubio oscuro, es tan refinado que a veces parece incluso afeminado, pero a la hora del combate es una fiera, el mejor guerrero entre los demonios, y el más presumido, orgulloso y sibarita. Carismático y muy querido entre los suyos, también es el demonio que más odios despierta entre sus enemigos, por su carácter desdeñoso y libertino, por su cinismo, y sobretodo por su costumbre de bromear y en ocasiones de humillar públicamente a la gente, a veces de forma bastante cruel. Es tremendamente racista contra los humanos. Además, está enamorado de su prima Jasíone, por lo que no soporta a Falcó. Hace gala de un humor muy ácido y desdeñoso, capaz de lanzar los insultos más ingeniosos y destructivos, y las pocas ocasiones en que pierde los estribos se convierte en una criatura horrenda.



Ya se habían sentado, aquí y allá en sillas y bancos, Xenixell y su hermano Abatzer, Fleix, Xipell, y una docena más. Adonis Adiant también estaba allí, de pie pero perezosamente apoyado en una columna, con una copa en la mano. Llevaba los cabellos recogidos a la espalda con una cinta de seda azul, y todos los colores verdes y florales se reflejaban en su camisa blanca, que llevaba medio abierta sobre el pecho.
Falcó, caballeroso, le arrimó a Jasíone una silla para que se sentara, pero cuando quiso sentarse junto a ella Adonis Adiant lo interpeló:
—Me han contado, señor duque de Alanzell, vuestro gran papel en el combate de Es Graus. Dicen que sois un gran guerrero.
—Señor mío, tuve el mejor maestro que guerrero alguno podía soñar: ni más ni menos que el Taumaturgo, el hombre que venció a Berenguer, rey de Balearia. Todo lo que sé me ha costado muchas lágrimas y padecimientos, pero sé que todavía me queda mucho por aprender.
—¡No lo decís en serio! Estáis convencido, señor, de ser tan buen guerrero, que os presentasteis al Combate del Demonio pensando que podíais vencer.
—Y de hecho, así fue —interrumpió Garric Bordiol.
—¿Estáis seguro, duque de Alanzell, de que obtuvisteis la victoria porque erais el mejor?
Los rostros de Garric Bordiol y Jasíone mostraban disgusto con aquella situación, pero Falcó, sorprendentemente, se echó a reír.
—Señor, ya he conocido al mejor guerrero, y no soy yo, ni sois vos. Oh, sí, señor mío, podéis poner la cara que queráis —continuó riendo Falcó, de muy buen humor ante la expresión de incredulidad de Adonis Adiant—. No tengo ninguna duda: escuchad estas palabras y fijadlas bien en vuestra memoria, pues el mejor guerrero del mundo conocido es una mujer, y es mi señora Jasíone. Pues ella es capaz de desarmar al contrario con una sola mirada de sus ojos.
La galante ocurrencia de Falcó hizo reír a todos, menos a Adonis Adiant.
—Aun así —dijo Adonis—, hoy, aquí, antes de que vos llegarais, ha habido quien se ha atrevido a comparar vuestra destreza con las armas con la mía propia. Y pienso que debéis entender que no esté dispuesto a consentir que me comparen con vos. Por lo tanto, y si no tenéis nada en contra, os quiero proponer que nos midamos, ahora y aquí mismo, si os place.
Jasíone quiso levantarse, pero Falcó la mantuvo sentada con un gentil gesto.
—No es cosa que me plazca, ahora mismo, pero entiendo que vos la necesitéis. Y aun así ya estoy de pie, y el desayuno ha sido magnífico. ¿Qué mejor manera de daros las gracias que accediendo a vuestro deseo? Además, no es mal lugar éste, pues el césped evitará que nos hagamos demasiado daño.
—No quiero probarme con vos en un combate sin armas, Falcó. Que os traigan vuestras armas, señor. Y defendeos lo mejor que sepáis, pues sólo una buena defensa os puede evitar que os haga daño.
Garric Bordiol se puso de pie y se enfrentó a su primo.
—Eres caprichoso, demonio. Tienes el cuerno clavado en esto y no hay forma de que lo dejes estar. ¿Crees que, aunque tú seas mi querido primo, puedo permitir que por tu capricho causes algún mal a Falcó, que es mi amigo?
—No puedo evitar que escojas bien o mal a tus amigos, primo. Como has dicho antes, tengo el cuerno clavado en esto, y me conoces bastante bien para saber que no puedo tener sosiego hasta que tenga lo que busco: un buen combate.
Ya llegaba el sirviente con las armas de Falcó, y otro con la espada y el escudo del señor de Alaior. Las sonrisas habían quedado heladas en los rostros, menos el de Fleix, que parecía satisfecho. Falcó, muy serio, estaba algo pálido y en sus ojos dorados aleteaba una mirada ausente y dura. Adonis tenía los rasgos como esculpidos en roca, y algo oscuro flotaba sobre su frente hermosísima.
—Tomad una espada de verdad y un escudo, duque de Alanzell —dijo Adonis Adiant—. Os prometo que os hará buen servicio.
—Permitidme ser fiel a mi estilo, señor de Alaior —contestó Falcó—. Hasta el día de hoy, nunca he usado mis faussars por diversión.
—Os aseguro que no es mi intención que os divirtáis, sino que los utilicéis para defender vuestra vida. Manos a la obra, pues: a ver si sois tan bueno como dicen.
Y Adonis fue el primero en lanzar un tajo, obligando a Falcó a esquivarlo echando la cabeza atrás, y aun así el encaje que adornaba el cuello de la camisa de Falcó fue cortado por la afilada espada del demonio, y el jirón cayó lentamente sobre el césped que tapizaba el suelo.
El silencio era profundo mientras Adonis Adiant daba un paso atrás y abría los brazos en cruz, uno armado con la espada, el otro sosteniendo el escudo, invitando a su contrincante a atacar. Pero Falcó estaba plantado, con un faussar en cada mano, los brazos caídos a cada lado.
—¡Atacad!
—No. Atacad vos si queréis.
Adonis Adiant se echó encima Falcó y le propinó media docena de poderosos golpes de espada, con fuerza y desde arriba, y Falcó se limitaba a contener o desviar los tajos.
—¡Luchad! ¡Luchad o moriréis aquí mismo!
—Estoy aquí de forma voluntaria, señor, por amor a Jasíone y por simpatía hacia vuestra causa. Estoy aquí porque ayudé a vuestros primos, que iban a ser asesinados. ¿Qué derecho tenéis a despreciarme a mí y a mi vida?
—¡No habléis! —gritó Adonis, mientras seguía atacando a Falcó con ferocidad—. ¡Luchad conmigo!
—¿Sí? —contestó Falcó, amparándose de los golpes de Adonis—. Mirad vuestro escudo: ¿cuántas de estas piedras preciosas relucientes creéis que dejaría en él si llegáramos a las manos de verdad, vos y yo?
—Te lo diré —respondió el señor Adonis Adiant—. Nunca he ido a la guerra sin volver con cien joyas por cada una que me arrancan del escudo en combate, para volver a adornarlo con los despojos de mis enemigos.
—Pues conmigo perdéis el tiempo, Adonis —sorprendiendo a todos los que miraban el combate, Falcó sonrió—. Ni yo soy enemigo vuestro, ni mis despojos podrían adornar vuestro escudo, pues he venido aquí con una mano delante y otra mano detrás: los atuendos que traigo son gentiles préstamos de vuestros primos.
—¿Ah, sí? Pero la joya más valiosa con que os adornáis, Falcó, me pertenece a mí antes que a vos.
Aquí Falcó borró toda sonrisa de su rostro.
—No considero que la joya que mencionáis sea de mi propiedad, Adonis Adiant. Pero me niego a consentir que digáis que es vuestra.
Y diciendo aquellas palabras, Falcó hurtó una vez más el filo de la espada del señor de Alaior, y se separó de él. Adonis, contemplándolo de arriba abajo, dijo:
—Por mi orgullo, Falcó de Alanzell, si eres la mitad de hombre que dicen que eres, acepta mi reto de un combate singular, aquí y ahora. Y, si me lo niegas, quedarás por cobarde claro y patente.
Entonces, cansado de recibir por parte del señor Adonis Adiant, tanto con la espada como con las palabras, Falcó se defendió, y tras parar un golpe con sus sables en cruz él mismo empezó a asestar tajos con los dos faussars, y por varias veces éstos rebotaron en el escudo del señor de Alaior, y cada vez alguna de las joyas allí incrustadas saltaba en alto como una lluvia de destellos de colores, y entre golpe y golpe Falcó, enfadado, decía estas palabras:
—He compartido mi lecho toda mi vida con el riesgo, y el peligro de muerte ha sido mi amigo íntimo. ¿Quien creéis ser vos para juzgar cuán hombre soy?
Y Adonis se resguardó con el escudo aquella lluvia de golpes, retrocediendo a merced del furioso empuje de Falcó, hasta que plantó una de las rodillas en el suelo y aprovechó el impulso de Falcó para tirarlo al suelo.
Falcó aterrizó en medio de un grupo de acónitos, y se levantó raudo, a tiempo para detener un golpe que lo hubiera podido partir por la mitad.
La fuerza con que Adonis Adiant lo golpeó le dejó entumecidos el brazo derecho y el hombro, y los dedos no pudieron retener el arma, que cayó sobre la hierba; Adonis aprovechó la ventaja momentánea que tenía sobre su rival, y se abalanzó una vez más sobre él, y con el mismo movimiento hirió a Falcó en un costado, a la altura de la cintura, bajo el tórax, y la sangre saltó, manchando no sólo la camisa de Falcó, sino también la de Adonis.
Aun cuando el demonio lo acababa de herir Falcó no tuvo ningún respiro, sino que rodó por el suelo para esquivar otro espadazo del señor de Alaior, un gran tajo en redondo para cortarle el cuello si hubiera llegado a su destino.
—¿Todavía me dirás que no tienes miedo a morir? —rió Adonis Adiant.
—Quien tiene miedo es un esclavo, por rico y por poderoso que sea —exclamó Falcó—. ¡Pero quien no tiene miedo de nada es el rey del mundo!
Adonis se desprendió de su escudo y atosigó a su rival con golpes de espada seguidos y lanzados desde todos los puntos en rápida sucesión. Finalmente hirió de punta, y el faussar que todavía empuñaba Falcó y la espada de Adonis Adiant cantaron al frotarse uno con la otra a lo largo de toda la hoja, y Adonis acabó el golpe moviendo su arma en espiral, con lo que envolvió el faussar y el peso superior de su arma le dio la victoria, enviando el faussar por el aire.
Jasíone, con la cara blanca como una azucena, se levantó y quiso abalanzarse sobre su primo, pero Garric se lo impidió. Adonis le puso la espada a Falcó sobre la garganta, donde todavía estaba tierna la herida que Tárrec le había hecho.
—¿Todavía me dirás que no tienes miedo a morir? —le repitió la pregunta, esta vez sin rastro de humor en su tono.
Y Falcó le contestó:
—Tienes tu espada, y mi vida está en tus manos. Pero no tengo miedo. Hiere si es ésta tu voluntad. Es la esclavitud y la pérdida las que me horrorizan, y no la muerte: pues si muero ahora, me habré ido de este mundo siendo el más rico de los hombres.
Adonis apretó los labios, y por un instante pareció que iba a empujar la espada para acallar a Falcó, pero en cambio la alzó mientras le hacía dar vueltas dentro de su puño, como si todo fuera nada más que un juego, y dijo con tono burlón:
—Bah. Tienes el ademán y las palabras de un gran señor, pero no eres más que un zangolotino arrancapinos. Espero que todos aquellos que se han atrevido a compararte conmigo sepan ahora cuánto mayor es mi poder que el tuyo. Y si sabes lo que te conviene, te apartarás de mi camino.
Y, mientras desaparecía entre los naranjos, de camino hacia su palacio, le dijo a su hermana:
—Que le curen la herida. Y pídele disculpas de parte mía a nuestra querida Jasíone, por haberle estropeado su juguete.


Sin embargo, la que sigue es una ilustración con mucha magia para mí. Ilustra la escena en que Falcó y Jasíone hacen el amor por primera vez, un momento arrebatador y largamente esperado por el joven protagonista, que se enamoró de Jasíone prácticamente nada más verla.

Falcó y Jasíone han hecho el amor por primera vez. Varias lectoras me han dicho que este dibujo parece el anuncio de un perfume o una colonia.
Y mientras estaba en la cocina vio que los criados iban y venían con baldes de agua bien caliente, y preguntó si Cárritx se había despertado perezoso para acicalarse en la gran y equipada sala de baños. Y le respondieron que era Falcó de Alanzell quien se había levantado y había solicitado tomar un baño, y como estaba convaleciente le estaban llenando la bañera de bronce de su habitación. Y Jasíone hizo que le llevasen el mejor jabón, y sales minerales y perlas de aceites esenciales, y al cabo de un tiempo bien calculado ella misma le trajo dos toallas de gamuza bien esponjosas y perfumadas, y entró en la alcoba sin pedir permiso, y como ella quería encontró en la bañera al joven, quien al verla dio tal brinco que una buena cantidad de agua se derramó sobre el suelo de mármol.
Jasíone contempló maravillada los miembros poderosos del joven Falcó, de aspecto tan delgado pero tan fuerte a la vez, como si estuviera hecho todo de hierro.
Era una gran maravilla ver cómo pese a ser humano y su juventud, que implicaba que todavía no estaba acabado de formar, cuando Falcó se había desnudado de todo su atuendo y de las lujosas prendas de vestir con que le gustaba cubrirse, parecía que no se hubiera desprendido en absoluto de su elegancia ni de su resplandor.
—¿En qué estabais pensando, mi señor? —le dijo Jasíone, fingiendo seriedad—. ¡Ni más ni menos que bañaros solo, en vuestro estado! —y cuando él luchaba por pronunciar algo ella le puso un dedo sobre los labios— ¡No os atreváis a discutirme!
Jasíone, que iba vestida con una preciosa túnica blanca y una sobrevesta rosada bordada con pedrería y con largas mangas, se despojó de ésta y de los anillos, las pulseras y los brazaletes, y así con los brazos desnudos acercó un escabel a la bañera y se arrodilló, y tomó la esponja marina y con ella empezó a frotar suavemente el cuello y los hombros del joven, con lentos movimientos circulares. Falcó, que al principio estaba algo agarrotado, bajo el suave masaje de la esponja y a merced de los aromas de los aceites esenciales, se fue relajando, y se dispuso a disfrutar de aquel regalo que la diablesa le ofrecía. Y Jasíone fue bajando por la espalda, y después le frotó los brazos, y entonces lo tomó por un tobillo y, con una sonrisa traviesa, se lo hizo apoyar sobre el borde de la bañera, y empezó a trazar círculos con la esponja a lo largo de la pierna, por la pantorrilla, tras la rodilla, y cuando bajó por el muslo Falcó se volvió a poner rígido, con la respiración agitada por el deseo amoroso, y al mirarle el rostro Jasíone vio que había enrojecido hasta la raíz de los cabellos.
—¿Puedo saber qué os pasa, señor? —dijo ella, juguetona, con la voz algo ronca.
Y aquí Falcó la agarró por la muñeca, y quedaron unos instantes mirándose fijamente a los ojos, y de pronto Falcó la envolvió con los brazos y la atrajo hacia él y la besó, pero casi al instante hubo de soltarla, haciendo un gesto de dolor.
Jasíone, que se había puesto roja como las amapolas en verano, de pronto se sintió culpable, y se puso en pie. Falcó también se levantó, pero las rodillas le fallaron y si Jasíone no lo hubiera sostenido hubiera ido a parar al suelo.
—¡Espera! —dijo Jasíone, risueña—. Despacio, ven conmigo.
Con la ayuda de la diablesa, Falcó salió del baño, y Jasíone, fingiendo no darse cuenta de la patente excitación del joven, lo ayudó a secarse y a vestirse, entre las risas de los dos. Cuando Falcó intentó con las manos torpes abotonarse la camisa, Jasíone lo apartó suavemente para hacerlo ella, diciendo:
—Demasiados botones para unas manos tan inseguras.
Y entonces Falcó le tomó la cara y la miró fijamente a los ojos, y talmente saltaban chispas entre los dos, como cuando se golpea una lasca de sílex contra un filo de metal. Falcó la hizo sentarse sobre sus rodillas y empezó a besarla suavemente, con besos blandos y breves, y le besaba las mejillas, la frente, los ojos, los labios, el cuello... Y mientras tanto, sus manos grandes y cálidas recorrían el cuerpo de ella por todas partes, y Jasíone sentía aquellas manos sobre ella como carbones encendidos, y los labios de él también quemaban.
—Oh Falcó... —suspiró ella—. Tenéis fiebre...
—Oh, sí —dijo él con voz turbia—, pero no de la clase que vos pensáis.
—Parad, loco —dijo ella como ahogada—, no empecéis nada que no podáis acabar. Además, mis hermanos seguramente nos esperan para el desayuno.
—A mí me apetece otro tipo de desayuno, Jasíone.
—No, no —decía ella, pero había metido las manos por debajo de la camisa y sus dedos recorrían el cuerpo ardiente de Falcó—. Parad...
—Tú has empezado esto, pérfida —dijo Falcó—, ahora no puedo detenerme.
No os arrepentiréis. Es de los mejores libros de amor que he leído.

La Ninfa (Libros de Romance, Amor y Venganza).

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Jane Eyre. Charlotte Brönte.



De Jane Eyre (1847), una de las novelas más famosas de estos dos últimos siglos, se suele guardar la imagen ultrarromántica de una azarosa historia de amor entre una institutriz pobre y su rico y atormentado patrón, en el marco truculento y misterioso de una fantasmagoría gótica
Y se olvida que, antes y después de la relación central con el misterioso, sardónico y violento señor Rochester, la protagonista tuvo una vida: episodios escalofriantes de una infancia tan maltratada como rebelde, años de enfermedad y arduo aprendizaje en un tétrico internado, estaciones de penuria y renuncia en la más absoluta desolación física y moral, inesperados golpes de fortuna, incluso remansos de paz familiar y nuevas `aunque engañosas` proposiciones de matrimonio
Se suele dejar de lado que, en fin, la novela es todo un libro de la vida, una exhaustiva ilustración de la lucha entre conciencia y sentimiento, entre principios y deseos, entre legitimidad y carácter, de una heroína que es la «llama cautiva» entre los extremos que forman su naturaleza.

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Sentido y Sensibilidad. Jane Austen.


Reglas y emociones. Deberes y devociones. Ubicada en la Inglaterra de principios del siglo XIX, Sentido y sensibilidad presenta las alegrías y sinsabores de las hermanas Dashwood. Desamparadas tras la muerte de su padre y a merced de su medio hermano, Elinor y Marianne deberán enfrentarse a los contrastes del amor y a las exigencias de la sociedad, siempre acompañadas de su madre y su hermana menor. Están ya en edad casadera y sin embargo, ni su carácter ni sus habilidades las ayudan a concretar una relación. El tiempo sigue pasando y todo parece indicar que no lograrán una estabilidad emocional.
Esta novela examina la estructura social de la época donde el papel de la mujer se limitaba al de mera compañía, por no decir objeto decorativo. Para ellas estaba negada la posibilidad de ejercer una profesión o de poseer bienes. Sólo debían de tener y saber lo necesario. En consecuencia, para muchas su mayor ilusión era encontrar a su príncipe azul, aunque éste no siempre viniera acompañado de dicha.

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A medida que vayan leyendo esta obra, sus lectores se preguntaran por que el relato de la pasión amorosa entre una mujer y un hombre, sus dos protagonistas principales, provocó tal reacción en la sociedad inglesa, como para que su autor y editores fueran enjuiciados por escándalo y pornografía, y se permitiese publicar la obra en versión completa recién en 1960, muchas décadas después de ser escrita.
La respuesta a este interrogante no sólo se hallará en El amante de Lady Chatterley ni en su autor, D.H. Lawrence, sino fundamentalmente en la rígida y esquemática moral de la sociedad victoriana inglesa, que no podía tolerar la exposición pormenorizada y sin veladuras del deseo amoroso de una dama, esposa de un noble inválido por heridas de guerra, hacia un plebeyo. Lejos de esta polémica, en la actualidad la obra es reconocida por sus valores literarios, siendo seguramente la más significativa del escritor inglés.
La presentamos hoy en esta apasionante versión realizada bajo las normas de la Actitud imaginador una versión que desnuda esencialmente lo que ha encantado y continuará encantando a los lectores de todas las épocas: el discurrir de la historia más afectiva de un hombre y una mujer, su tormentoso y apasionado amor, las íntimas ceremonias del deseo y la exaltada culminación del placer.

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El Amante. Margerite Duras.



La joven de dieciséis años que protagoniza esta novela no es otra que la propia autora, si bien se disfraza detrás de un narrador omnisciente. La muchacha vive en Indochina junto con su madre y sus hermanos, en una precaria situación económica. Está educándose en un instituto a la vez que conoce a un próspero comerciante chino que le lleva doce años de edad.
Son muchos los factores que contribuyen a que la historia de amor que nace entre los dos nunca pueda llegar a buen puerto: ella es blanca, él es chino; ella es pobre, él es rico (y depende de su padre y de su aprobación); él está destinado a casarse con una mujer nativa, ella y él están destinados a pasar juntos tan sólo un tiempo, siempre a escondidas de los otros. Y, en el medio, la crueldad de la guerra y los problemas familiares.

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Memorias de Africa. Isak Dinesen.



Memorias de Africa (en inglés: Out of Africa y en danés: Den afrikanske Farm) es un libro de memorias de Isak Dinesen, el seudónimo literario utilizado por la escritora y baronesa danesa Karen von Blixen-Finecke. El libro, que fue publicado en 1937, relata eventos relacionados con el período de diecisiete años que Blixen pasó en su hogar en Kenia, entonces parte de British East Africa. El libro es una reflexión lírica de la vida de Blixen en su plantación de café, como así mismo un tributo a ciertas personas que causaron una impresión durante su vida en aquellas latitudes. El libro es también una vívida fotografía de la vida colonial en África durante las postrimerías del Imperio británico.

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La Dama de las Camelias. Alejandro Dumas.

Esta es una de mis historias de amor favoritas, una novela firmada por Alejandro Dumas (hijo). Esta obra está inspirada en un hecho real de la vida de Alejandro relativo a un romance con Marie Duplessis joven cortesana de París que mantuvo distintas relaciones con grandes personajes de la vida social. La novela pertenece al movimiento literario que se conocería como Realismo, siendo de las primeras que formarían parte de la transición del romanticismo. La ópera La Traviata, del compositor italiano Giuseppe Verdi, se basó en esta novela.

Ésta es la historia de un amor condenado al fracaso por culpa de los prejuicios. Ella, Margarita Gautier, es una cortesana parisina; él, Armando Duval, un joven aristocrático. Se aman y deciden pasar por alto los convencionalismos de la época para llevar adelante su relación. Lo consiguen, y durante una temporada su amor es idílico. Pero pronto quienes les rodean les devuelven a la realidad y les obligan a poner fin a su relación imposible.

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Cyrano de Bergerac. Edmond Rostand.


Un hombre que es honesto no es francés, ni alemán, ni español: es Ciudadano del Mundo, y su patria está en todas partes.
Cyrano de Bergerac (1619-1655)
Hercule Savinien de Cyrano de Bergerac fue un escritor que alcanzó la fama cuando Edmond Rostand lo convirtió en un personaje de ficción. Esta es la historia de un poeta espadachín y narigudo, al que Rostand transformó en leyenda con esta historia de amor narrada en verso. Cyrano encarna al más romántico enamorado creador de las frases más bellas. Frases que utilizan otros hombres sin talento pero poseedores de un buen físico...

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Romeo y Julieta. William Shakespeare.



¿Quién no ha oído hablar de los amantes de Verona? La trágica historia de amor entre Romeo y Julieta, dos enamorados hijos de dos familias enfrentadas, los Montesco y los Capuleto. Amor, secretos, odio irracional, pasión y venganza son los ingredientes de esta genial pieza teatral. Muchas historias de amor han usado esta obra shakesperiana como base para sus argumentos. Sin duda, la más conocida historia de amor de la literatura universal.

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Añado carátula de la que en mi opinión es la película más bella sobre Romeo y Juliet, ya tiene más de 40 años, es de Franco Zephirelli.


Los Puentes de Madison County. Waller Robert James.




Mientras se dirige hacia una granja desconocida para preguntar una dirección, Robert Kincaid no sospecha que al final del camino lo espera una experiencia única, que marcará su vida para siempre. Acostumbrado a la vida trashumante de fotógrafo profesional, Robert, a sus cincuenta y dos años, es un hombre que sólo es feliz viajando por los lugares más exóticos del planeta. Esta vez, sin embargo, su trabajo lo lleva a Madison County, un tranquilo y apartado rincón de Iowa donde Francesca, dueña de una granja, vive una plácida madurez, añorando una Italia que dejó hace años para casarse con un soldado americano. La fuerte atracción que surge entre Robert y Francesca despierta en ellos ese tipo de emociones que se creen olvidadas, pero que habitan en cada uno de nosotros.


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